1 de septiembre de 2013

Don't Ever Wake Me Up

Me parece increíble, después de tanto tiempo, haber decidido retomar este blog, ya casi olvidado por completo. Mirando en sus archivos, siento una especie de lástima mezclada con remordimientos: las entradas dedicadas a pedir disculpas por mi dejadez prácticamente superan a las que se ocupan de otros temas. Desde luego, la constancia no es algo que me caracteriza cuando de escribir aquí se trata. Por eso esta vez no hago propósito de enmienda: no sé si volveré a escribir por aquí; simplemente, hoy tengo ganas de hacerlo. 

Repasar las entradas anteriores también ha removido algo en mi interior: han pasado ya más de dos años de la última, y puedo apreciar algunas diferencias en mi vida que me separan mucho de la persona que escribió unas líneas aquí por última vez. Algunas (muy) positivas, y otras negativas. Pero diferencias, al fin y al cabo.

Sin embargo, hoy vengo aquí por otro motivo: es 1 de septiembre, mi día menos favorito del año (por no decir que es el que más odio). ¿El motivo? Lo fácil quizás sería decir que es por el final de las vacaciones, o porque hay que volver a la rutina. Pero lo cierto es que eso nunca me ha molestado demasiado. De hecho, mi rutina dentro de una semana no será muy diferente de la que tenía días atrás. Y quizás sea eso lo que me moleste: la sensación de ver que otros avanzan mientras yo me quedo aquí, otro año más. El miedo a que llegue otro 1 de septiembre y me encuentre justo donde estaba el año pasado. Sé que esto se contradice bastante con el párrafo anterior, pero no puedo evitar sentirlo así. 

Aunque no soy persona de rituales, tengo una costumbre (poco original, todo hay que decirlo) que se repite a cada inicio de septiembre, año tras año: escuchar el famoso "Wake Me Up When September Ends" de Green Day. 

Se dice que el origen de esta canción nada tiene que ver con el regreso a la rutina o el final de las vacaciones, sino con algo mucho más serio: fue, precisamente, un 1 de septiembre el día en que falleció el padre de Billie Joe Armstrong, el vocalista del grupo. Según se cuenta, tras el funeral, el músico se encerró en su habitación. Cuando su madre trató de convencerle para que saliera, éste le respondió con las famosas palabras que dan título a la canción. Componer este tema fue, pues, su particular manera de cerrar su herida, mucho tiempo después, tal y como evidencia uno de los versos de la canción: "Like my father's come to pass, seven years has gone so fast..."


El verano se marcha, dejando lo mediocre y llevándose consigo lo mejor; y tú, como el verano, te vas un año más. Por favor, no me despertéis hasta que septiembre acabe. O, mejor, despiértame cuando regreses. 

(Let music fill your life...)

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