19 de junio de 2009

Mi secreto

Uno de los recuerdos más claros que tengo de mi infancia corresponde al día en que morí. Mejor dicho, recuerdo claramente el momento en el que me di cuenta de que estaba muerta. Iba camino del colegio, con mi jersey azul marino y mi falda de tablas gris, tal y como estipulaba el uniforme. Por aquel entonces ya tenía la costumbre de mirar las esquelas en la calle. En el pueblo en el que 'vivo' (si es que se puede llamar así a esta especie de existencia post-mórtem que protagonizo) aún hay personas que se dedican a pegar en las paredes de las calles las esquelas con los nombres de los fallecidos de cada día. Desde siempre tengo por costumbre detenerme a leer sus nombres y edades, aunque por suerte casi nunca corresponden a nadie conocido.
Sin embargo aquella mañana un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando al mirar los carteles como de costumbre, encontré mi nombre escrito en uno de ellos. Ahí estaba, con letras solemnes de color oscuro, informándome del fin de mi existencia.
Con cuidado de que nadie me viera, arranqué el papel y lo guardé rápidamente en mi carpeta. Al principio no comprendía muy bien cómo podía haberme ocurrido. Estuve toda la mañana ensimismada, sin prestar atención en clase, visualizando una y otra vez mi nombre escrito en aquella hoja. Supongo que al fin y al cabo es normal sentirse un poco extraño justo después de morir.
Al llegar a casa tras la clase tomé la que hasta hoy ha sido la decisión más importante de mi vida (¿o debería decir post-vida?): de ahí en adelante trataría de ocultar mi 'estado' al resto de las personas que me rodean. Al fin y al cabo, si en el colegio nadie se había dado cuenta, quizás también lograría ocultarlo en casa. Mi madre fue la más difícil de convencer. Los primeros días no hacía más que decirme "Hija, estás muy pálida, ¿te pasa algo?" Incluso se ofreció a llevarme al médico. Por suerte fui capaz de disuadirla. Estoy segura de que jamás habría podido mantener mi engaño si el doctor hubiera tratado de medirme la temperatura o tomarme el pulso.
Con el paso de los años he perfeccionado mi actuación, y creo que a día de hoy nadie sería capaz de darse cuenta de la verdad. He aprendido a tomar alimentos, aun sabiendo que en mí no tienen ningún efecto. Del mismo modo, he acostumbrado a mi cuerpo a llevar a cabo el resto de las necesidades fisiológicas. Así evito el riesgo de sospecha.
Por supuesto, sigo manteniendo mi esquela a buen recaudo, por si algún día me decido a contar la verdad, para que conste como prueba. Tan sólo una vez compartí mi secreto con un antiguo novio. Al principio se rió, argumentando que era una casualidad. Pero ante mi insistencia se puso mucho más serio. Me dejó poco después. Supongo que a nadie le agrada la idea de compartir su vida con un no-vivo. La gente aún no está preparada para ello.
Ni que decir tiene que religiosamente sigo mirando las esquelas cada mañana, justo al salir de casa. Tengo la esperanza de toparme con el nombre de algún conocido. De ese modo, si me encuentro después con esa persona, sabré que no soy la única en esta situación. Por desgracia, aún no se ha dado el caso.
Tal vez estoy destinada a ser el único alma no-viviente sobre la faz de la tierra, aguardando con esperanza una especie de segunda muerte que me permita descansar en paz, tal y como me corresponde. Mientras tanto, seguiré con el engaño.

(Let music fill your life)

18 de junio de 2009

Igor Stravinsky



Tal día como ayer hace 127 nacía en Oranienbaum (Rusia) uno de los músicos más influyentes del siglo XX: Igor Stravinsky.

En su memoria dejo aquí un curioso vídeo en el que él mismo dirige una de sus composiciones más conocidas: L'Oiseau de feu (El pájaro de fuego)


(Let music fill your life)

16 de junio de 2009

Los mundos de Coraline


Por fin tuve la oportunidad de ver el otro día una película que me había llamado la atención desde el principio: Coraline (en español, Los mundos de Coraline). Por desgracia, tengo que admitir que no me gustó tanto como esperaba.

Como se puede ver en el cartel, una de las estrategias que han utilizado para la publicidad es la de promocionarla como "...del director de Pesadilla antes de Navidad". Por supuesto, pensar en esa película nos trae de forma automática el nombre de Tim Burton a la cabeza. Pero no nos equivoquemos. Tim Burton fue el productor, no el director de dicha cinta. Con ello, no intento quitarle méritos a Henry Selick. Sólo digo que la mano de Burton es irremplazable.

Pero vayamos a la película en sí. Tengo que decir que el inicio ya me dejó un poco escamada. Las primeras imágenes corresponden a una especie de robot descuartizando una muñeca de trapo, pero de forma muy sutil. En realidad se trata de uno de los personajes reconstruyendo la muñeca. Sin embargo, yo sólo podía ver una lenta tortura: cómo le arrancaban los ojos, cómo le abrían la boca hasta la altura de las orejas para extraerle el relleno... No sé, demasiado 'gore' para mi gusto. Y supongo que esas imágenes tampoco pueden dejar indiferente a un niño de 7 u 8 años. Pero bueno...

El caso es que la historia no es mala. A grandes rasgos:
- Niña se muda a una casa enorme con sus padres.
- Los padres no le hacen ni caso.
- La niña descubre una puertecita en la pared y accede a un mundo paralelo en el que todo es tal y como ella desea. La única pega es que las personas, en vez de ojos, tienen botones. (Un mal menor, al fin y al cabo)
- La niña recibe una oferta de la 'otra' madre (llamémosla 'Buttonizer'): te puedes quedar para siempre con una condición; deja que te quite los ojos y te ponga en su lugar este par de bonitos botones. (Total, hay operaciones de cirugía estética mucho peores...)
- La niña se da cuenta de que hay algo raro ahí, y decide que le gustaban más sus padres anteriores. (¬¬)
- Tras un poco de 'acción', todo vuelve a la normalidad, y los padres no resultan ser tan aburridos como parecían.

A favor de la película, reconozco que la protagonista es un encanto (al contrario que su amiguito de la cabeza torcida). Y la imagen también es genial. Tener la oportunidad de verla en un cine 3D tiene que ser maravilloso. Sin embargo, hace falta algo más que una imagen para enganchar al espectador. Para ver fotos espectaculares ya están los libros de historia del arte o los álbumes de Vida y color.

Sinceramente, creo que la mayor pega que le encuentro a Los mundos de Coraline es que no termino de comprender a qué público está dirigida. Como ya he comentado, me parece que hay imágenes demasiado escabrosas para que la vean niños pequeños. Aunque si de la película se puede extraer un mensaje, este va indudablemente dirigido a los niños. Tratando de formularlo, sería algo así como: "aunque vuestros padres sean un muermo, pensad que siempre será mejor vivir con ellos a que os arranquen los ojos y os pongan botones en su lugar". Pero, claro está, ante eso un adulto de 40 años te contestaría "ya lo sé, por eso me fui casa hace más de 10 años".

Tal vez el único fin era el de conseguir que los críos se alejen de las agujas y los alfileres. Conmigo, desde luego, lo han conseguido. Aún siento un escalofrío al pensar en ponerme una camisa llena de botones...

No dejéis de verla por mi culpa.

(Let music fill your life)

Pilot (part one)

Bienvenidos a este espacio, blog, flog, log, plog o como queráis llamarlo (que con tanta terminología no se aclara uno...)

Como nuevo proyecto que es, está lleno de buenos propósitos. Y el primero de ellos es que no decaiga en el olvido después de dos o tres entradas.

Mi intención es hablar un poco de cine, literatura, televisión, música, actualidad y demás temas que se me crucen por la mente. Veremos qué ocurre.

Por supuesto, todo el mundo está invitado a ofrecer su opinión. Que para eso estamos en la 'era de la libertad'.

Un saludo, y buena suerte.

(Let music fill your life)