18 de julio de 2010

Gaudeamus Igitur

Llevo demasiado tiempo retrasando el tener que escribir esta entrada. Pero, aunque me resisto a ello, todas las etapas llegan a su fin, y hay que despedirlas como se merecen. Hagámoslo, pues:

No queda nada nuevo por decir más allá de lo que tantos, en mi situación, han dicho en su momento. Con una extraña mezcla entre tristeza y alegría, el punto final ha caído donde le corresponde. En términos musicales, hemos llegado a la cadencia perfecta de este movimiento orquestal. Y es aquí donde en todos los sentidos la palabra perfecta se llena de significado.

Me concedo la libertad de arriesgarme a caer en todos los tópicos de rigor diciendo que es mucho más lo que he ganado que lo que he perdido. Estos últimos cinco años me han convertido en alguien completamente diferente a lo que era. Ni mejor ni peor; distinta. Me llevo, sin embargo, grandes (muy grandes) amistades, y el recuerdo de algunos de los mejores momentos de mi mediocre vida. Los malos momentos se vuelven borrosos tras los cristales del tiempo, y los buenos relucen con más fuerza que nunca.

Es mucho lo que he aprendido en este tiempo. Y, por supuesto, no sólo me refiero a lo académico, sino a lo personal. Quizás la única espinita que se me ha quedado clavada es la de no haber sabido aprovechar al cien por cien a todas las personas que me han rodeado, tanto en mi titulación como en otras vecinas. Sin embargo, me gusta confiar en que en un futuro cercano el destino quizás conceda otra oportunidad en este aspecto. Nunca se sabe.

Es extraño, pero justo ahora me siento exactamente igual a como me sentía cinco años atrás, cuando acababa de dejar el instituto y pensaba que podía comerme el mundo. Aunque todo es muy distinto de lo que era entonces, la sensación de miedo es la misma. El famoso “vértigo” del que se habla tan a menudo vuelve con más intensidad que nunca. Como entonces, soy consciente de que las cosas cambiarán, y de que, por muchos planes que trate de hacer, al final nada será como imagino.

Pero esto no ha hecho más que terminar, así que aún es pronto para comenzar a hacer planes. Y para concluir esta pobre entrada, que jamás podrá expresar el cúmulo de ideas que se agolpan en mi cabeza, sólo me queda dar las gracias a todas y cada una de las personas que me han acompañado durante este tiempo. Cada uno en su papel, habéis sido perfectos. Por mi parte, aunque lo de exteriorizar mis sentimientos no sea mi fuerte, os recuerdo con mucho, mucho cariño. Si alguna vez, por el motivo que fuera, os puedo ayudar en algo, sabéis dónde encontrarme. Hasta entonces, buena suerte en todo.

Como siempre... Let Music Fill Your Life