(Let music fill your life...)
"La música sonaba al compás de sus voces: aquella música era el rumor distante del trueno, que desvanecida la tempestad, se aleja murmurando; era el zumbido del aire que gemía en la concavidad del monte; era el monótono ruido de la cascada que caía sobre las rosas, y la gota de agua que se filtraba, y el grito del búho escondido, y el roce de los reptiles inquietos. Todo esto era la música, y algo más que no puede explicarse ni apenas concebirse..." (El Miserere)
10 de noviembre de 2010
Pasaba por aquí...
(Let music fill your life...)
5 de noviembre de 2010
Remember, remember...

18 de julio de 2010
Gaudeamus Igitur

Llevo demasiado tiempo retrasando el tener que escribir esta entrada. Pero, aunque me resisto a ello, todas las etapas llegan a su fin, y hay que despedirlas como se merecen. Hagámoslo, pues:
No queda nada nuevo por decir más allá de lo que tantos, en mi situación, han dicho en su momento. Con una extraña mezcla entre tristeza y alegría, el punto final ha caído donde le corresponde. En términos musicales, hemos llegado a la cadencia perfecta de este movimiento orquestal. Y es aquí donde en todos los sentidos la palabra perfecta se llena de significado.
Me concedo la libertad de arriesgarme a caer en todos los tópicos de rigor diciendo que es mucho más lo que he ganado que lo que he perdido. Estos últimos cinco años me han convertido en alguien completamente diferente a lo que era. Ni mejor ni peor; distinta. Me llevo, sin embargo, grandes (muy grandes) amistades, y el recuerdo de algunos de los mejores momentos de mi mediocre vida. Los malos momentos se vuelven borrosos tras los cristales del tiempo, y los buenos relucen con más fuerza que nunca.
Es mucho lo que he aprendido en este tiempo. Y, por supuesto, no sólo me refiero a lo académico, sino a lo personal. Quizás la única espinita que se me ha quedado clavada es la de no haber sabido aprovechar al cien por cien a todas las personas que me han rodeado, tanto en mi titulación como en otras vecinas. Sin embargo, me gusta confiar en que en un futuro cercano el destino quizás conceda otra oportunidad en este aspecto. Nunca se sabe.
Es extraño, pero justo ahora me siento exactamente igual a como me sentía cinco años atrás, cuando acababa de dejar el instituto y pensaba que podía comerme el mundo. Aunque todo es muy distinto de lo que era entonces, la sensación de miedo es la misma. El famoso “vértigo” del que se habla tan a menudo vuelve con más intensidad que nunca. Como entonces, soy consciente de que las cosas cambiarán, y de que, por muchos planes que trate de hacer, al final nada será como imagino.
Pero esto no ha hecho más que terminar, así que aún es pronto para comenzar a hacer planes. Y para concluir esta pobre entrada, que jamás podrá expresar el cúmulo de ideas que se agolpan en mi cabeza, sólo me queda dar las gracias a todas y cada una de las personas que me han acompañado durante este tiempo. Cada uno en su papel, habéis sido perfectos. Por mi parte, aunque lo de exteriorizar mis sentimientos no sea mi fuerte, os recuerdo con mucho, mucho cariño. Si alguna vez, por el motivo que fuera, os puedo ayudar en algo, sabéis dónde encontrarme. Hasta entonces, buena suerte en todo.
Como siempre... Let Music Fill Your Life
18 de junio de 2010
Stockhausen, "Gesang der Junglinge"
14 de abril de 2010
Irreversible
7 de abril de 2010
Aires de grandeza
23 de marzo de 2010
Primavera
21 de marzo de 2010
Con los cinco sentidos
Hace algún tiempo leí por ahí que la mayoría de los jóvenes de 16 años tienen tal desgaste auditivo que sus oídos podrían ser confundidos con los de una persona de 65 años, afectada por el desgaste natural.
A base de documentales forzosos (o, al menos, algunos de ellos), ahora me resulta imposible el hecho de obviar que la comida a nuestro alcance cada vez es más artificial. Perdemos los sabores aunque ganamos en olores. Si por lo menos fuera verdad eso de que comemos con los ojos…
En teoría los humanos cada vez somos más altos y vivimos más años. Sin embargo la longevidad no siempre es sinónimo de salud. Dolores de huesos, pérdida de memoria… y no recuerdo qué más.
Una de las cosas que más me gusta de la casa de mis padres es que a menos de tres minutos puedo pisar el campo directamente y respirar aire puro, un lujo que ni el más rico puede permitirse en la ciudad. Llegará un momento en el que en lugar de bombonas de oxígeno necesitemos respirar humo para vivir, tal y como presagiaba Mecano.
Las posibilidades de acceder a la información se multiplican a cada instante, aunque ello no impida que cada vez nos aislemos más del mundo. Eso por no hablar de la agonía que sufre el lenguaje por nuestra causa.
Dicen que tenemos más libertad que nunca para expresarnos. Pero lo que no nos dicen es que tratan de moldear nuestro pensamiento, de forma que lo que pensemos no les suponga ninguna preocupación.
El otro día fui a la óptica a graduarme y, para variar, las dioptrías siguen ganando terreno a mi visión. Las formas se vuelven cada vez más borrosas, y no sé qué haría de no ser por estos pequeños cristales que me salvan la vida cada día. La culpa seguramente la tenga el ordenador, un arma tan poderosa como nociva que, a pesar de todo, no puedo ignorar.
Y ahora, ¿qué? Podemos quejarnos. Podemos incluso deprimirnos. Los más valientes tratarían de hacer lo posible por cambiar la situación. Pero hay cosas contra las que no se puede luchar. Y en el fondo, eso es bueno. Yo, por mi parte, he tomado mi decisión:
A partir de hoy voy a escuchar toda la música que pueda. Música de verdad, de esa que te toca el alma y te sale por los poros de la piel. Puede tener letra o no tenerla. Las mejores cosas no siempre se dicen con palabras. Voy a probar lo que me apetezca y a disfrutarlo sin preocuparme por nada más. Y, a pesar de las prisas y el estrés, voy a saborear cada bocado que me quede. Voy a andar mucho. Y a correr. Quiero sentir el aire en mi cara y el cansancio por la noche al meterme en la cama. Adoro la sensación de haber aprovechado el día hasta el último instante. Voy a llenar mis pulmones con cada bocanada de aire. Voy a leer, a escribir, y a cantar tanto como pueda. Voy a hablar con esa gente que merece la pena, y no voy a desperdiciar mis palabras en discusiones vanas que no llevan a nada. Voy a pensar por mí misma, y voy a tener las ideas más claras. Voy a mirar aquello que sea digno de admirar, y a tratar de pasar de puntillas por aquello que no aporte nada. Voy a llorar de emoción con buenas películas y de alegría con la imagen de aquellos a los que más quiero. En definitiva, voy a dejar de sobrevivir para empezar a vivir. ¿Te animas a hacerlo conmigo?
(Let music fill your life)
14 de marzo de 2010
Tratando de excusarme
7 de enero de 2010
Lost: All you need to know (Seasons 1-5)

(Let music fill your life)
5 de enero de 2010
Episodios de apofenia (I)

(Let music fill your life)
1 de enero de 2010
Año nuevo, sí. Pero, ¿qué pasa con la vida?

… y después de una Nochevieja en la que, he de reconocer, no tenía puestas unas expectativas muy altas pero que al final cumplió con nota, llegamos al 2010.
Llegados a este punto, lo normal es hacer balance. En esto no me voy a detener demasiado.
¿Qué espero de 2010? Pues supongo que muchos cambios. La última gran revolución de mi vida ocurrió ya hace cosa de cinco años, y el que entra promete ser traer la siguiente. Pero todo se verá.
Otra tradición propia de los primeros días de Enero es la de los “propósitos de año nuevo”. El famoso “Año Nuevo, vida nueva” está tan manido que prácticamente ha perdido todo su valor. Sin embargo, tengo que reconocer que a mí me gusta. El simple hecho de que año tras año nos propongamos metas indica que, a pesar de que luego no las cumplamos, nunca nos faltan ganas de mejorar. En estas fechas en que los gimnasios duplican el número de matrículas y los estanqueros reducen la venta de tabaco yo también saco mi hoja de papel y hago una lista con vistas a todo el año. Propósitos, la verdad, escribo pocos. Sin embargo, sí que hago una especie de previsiones del año que acaba de empezar. En ocasiones son preguntas sobre mí misma o sobre la gente que me rodea. Otras veces son simples elucubraciones sobre lo que está por pasar. Es, más que nada, una carta a mi “yo” en versión futura para contrastar las diferencias entre mis expectativas y la realidad. Y el resultado a veces es, cuanto menos, curioso.
Por mi parte, poco más queda ya por decir. Por supuesto, os deseo lo mejor para este año, y lo digo con total sinceridad. Pero no os olvidéis de ser buenos y cumplir vuestros propósitos. Uno de los míos es escribir más en este blog. A ver cuánto dura.
(Let music fill your life)